Hace un par de días publiqué las indicaciones -a mi parecer, absurdas- que me dieron en la guardería de mi hija menor para quitarle el pañal. Ahora me dispongo a argumentar por qué me parecen una barbaridad todas esas recomendaciones:
- “El control de esfínteres no se aprende. Se adquiere cuando el niño está maduro para ello. Caminar, hablar, comer, son funciones que se adquieren, cuando los niños están lo suficientemente maduros. Son adquisiciones paulatinas, lentas, que llevan mucho tiempo”. Son palabras de María Paula Cavanna, licenciada en Piscología. (1)
- Lo de sentar al niño cada hora en el orinal, no es otra cosa que pretender que el niño haga pipí o caca por reflejo condicionado. Carlos González, pediatra, lo explica como sigue: “Con la repetición, el niño asociaba el orinal con hacer caca y se acababa creando un reflejo condicionado. El ejemplo típico de reflejo condicionado es el famoso perro de Pavlov, al que se hacía escuchar una campanilla cada vez que comía. Al final, sólo con oír la campanilla, ya empezaba a secretar saliva («se le hacia la boca agua»). El reflejo condicionado es inconsciente, no requiere inteligencia (el perro no la tenía), ni libre albedrío (el perro no puede secretar saliva a voluntad, sino sólo cuando oye la campanilla)”. (2)
- Otra de las recomendaciones del folleto de adiestramiento (sí, he dicho adiestramiento) es “Empezar quitándole el pañal y, sobre todo, NO VOLVÉRSELO A PONER, aunque lo tengamos que cambiar continuamente, ya que eso crearía confusión en el niño”. Sobre este aspecto, Nuria Otero Tomera, licenciada en Pedagogía y en Psicopedagogía, dice lo siguiente: El pañal no deberíamos retirarlo si antes no existe control de esfínteres… y sin embargo, solemos hacerlo al revés, como si creyésemos que quitando el soporte se logra antes la maduración de una función corporal”. (3)
- Este punto ya me parece de traca: “Así, siempre que lo haga en el orinal o en el váter se le premiará con un “bravo”, una canción, una corona o, simplemete, enganchando pegatinas en un papel. NO le gritaremos ni le reñiremos si se le escapa o no llega a tiempo”. Volvemos al reflejo condicionado. Si asociamos siempre un premio al pipí en el orinal (o en el WC), no sabremos si el niño hace el pipí donde corresponde porque ya controla esfínteres, o si lo hace por recibir el premio.
- No diré nada sobre los signos no verbales, porque es uno de los pocos puntos en los que estoy de acuerdo. Pero de eso se dan cuenta todos los progenitores que observan mínimamente a sus hijos, ¿o no?
- Tampoco estoy en contra de facilitarles la tarea a los niños poniéndoles ropa cómoda; pero eso, nuevamente, apela al sentido común. Si tu hijo está aprendiendo a hacer pipí, ponerle ropa demasiado complicada asegura los escapes, vaya.
- Y de nuevo, un punto peliagudo y crítico: “Pensad que quizás el niño, por diferentes motivos, durante este aprendizage vaya un poco estreñido. Por tanto, intentaremos que tenga una dieta un poco laxante”. Hasta la fecha, jamás me había encontrado con una afirmación de este tipo, pero laxar al niño para que use el orinal ¡me parece de una falta de respeto brutal!
- También me parece de lo más absurdo esperar a la primavera o al verano para quitar el pañal.
Me gustaría, también, compartir este fragmento de uno de los libros de Laura Gutman. Esta psicopedagoga clínica tiene tanto detractores como seguidores, pero dejad que comparta esto con vosotros:
Con la inauguración del ‘problema del control de esfínteres’ se instala la comunicación en idioma ‘pis’. La madre le pide pis, el niño le da pis. Has hecho o no has hecho, quieres hacer o no. Todo el tiempo hablamos de pis y de caca; es el tema de conversación. La madre se enfada o está contena de acuerdo con el resultado. Por la noche le cuenta a papá las novedades del pis. Nos pasamos alrededor de dos años (entre los dos y los cuatro) hablando de pis. (4)
¿Os resulta familiar? Seguro que sí.
Tengo una hija de 4 años y 3 meses. Con ella, la “Operación Pañal” fue tan sencilla como no hacer nada en especial. Y, por supuesto lo último que hicimos fue retirar el pañal. Los pañales fueron sustituidos por pull-ups, que ella podía subir y bajar. Así, cuando ella decía que tenía pis, yo le decía “llevas pañal; haz, si quieres”. Unas veces lo hacía en el pañal; otras, pedía ir al WC. Y así fue sucediendo: gradualmente fue haciendo menos pipí en el pañal y más en el WC, hasta que con 3 años y 2 meses anunció que quería braguitas. Y ahí dejó el pañal definitivamente, tanto de día como de noche. Y los pocos escapes que tuvo (los puedo contar con los dedos de una mano) fue porque estaba tan distraída jugando que se le pasó.
Eso demuestra que, por más que queramos hacer, el control de esfínteres es algo que llega por maduración. No hay nada más que hacer. Miento. Sí hay más que hacer: pasarles bibliografía a los educadores de nuestros hijos para que informen a los padres con indicaciones razonables y respetuosas con los más pequeños.
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(1) Artículo en Crianzanatural.com
(2) Fragmento de un artículo de Carlos González en Desde que nace un embrión.
(3) Proyecto Materna
(4) La maternidad y el encuentro con la propia sombra, Laura Gutman. (p. 217)