De un tiempo a esta parte las cajas de belleza están en auge. Se trata de un sistema de suscripción que ofrecen algunas empresas; gracias a estos servicios, puedes probar mini-tallas (y a veces, envases en tamaño original) de muchos productos de cosmética que, de otra forma no conocerías. Es posible que conozcas algunas de estas cajitas. Glossy Box, Box Privée, Birch Box, Nona Box y muchas más. Seguro que alguno de estos nombres-box te resulta familiar. Hoy voy a contarte por qué no me gustan.
En noviembre de 2011 me suscribí a Glossy Box. Tal y como te he comentado en la introducción, me pareció una idea muy buena para conocer marcas y productos de cosmética, maquillaje, cuidado del cabello y perfumes que tal vez de otra forma no conocería o no me atrevería a probar. Por aquel entonces, Glossy Box empezaba a despegar, y yo, igual que muchas chicas, creí que, por 15 euros al mes, estaba bien tener unos seis productos diferentes para probar cada mes. Además, ya les veía el uso, sobre todo a la hora de tener que viajar y tener que llevar envases pequeños; era una de las opciones que me proponía.
Entre en la web de Glossy Box y completé mi perfil. “Mira qué bien”, me dije. “Hasta tienes que completar los datos del color de tu pelo, tu piel, etc. para que los productos que te envían se ajustes a lo que necesitas. Qué chachi”. Porque se supone -se supone- que si rellenas un perfil, los productos relacionados con el color (sobre todo lo que tenga que ver con el maquillaje) que vas a recibir en la caja de belleza van a ser personalizados. Y si tienes el pelo rizado, tal vez te manden productos adecuados para el pelo rizado… o productos para que pases por el aro y te lo alises, vete a saber.
Voy a dejar a un lado un tema que causó mucha polémica, porque al principio, muchas chicas se quejaban de que dentro de las cajas, en concreto de Glossy Box, había muchas mini-tallas y pocos envases en tamaño original. Pero vamos a ver una cosa: pagando 15 euros al mes, gastos de envío incluidos, agradece que te estén mandando seis mini-tallas (que no muestras; las muestras son mucho más pequeñas) de productos que de otra forma no comprarías. Además, las veces que había algún envase en tamaño original, su precio ya solía rondar más o menos el precio mensual de la cajita! Así que, en mi opinión, a veces nos quejamos cuando no toca.
El caso es que cuando llegaba la caja del mes en cuestión, siempre había algún producto que no podía utilizar: lacas, bases de maquillaje demasiado claras… tratamientos para una melena larga lisa y espectacular… Después de seis meses, decidí darme de baja de Glossy Box y poco después, en abril de 2012, recibía mi primera Box Privée, por aquello de probar con otro de estos clubes de belleza que, a lo mejor acertaba más. El precio era algo más barato: 10 euros en vez de los 15 de la Glossy Box, y los productos de la caja de belleza eran en su tamaño original. Pero volvíamos a las mismas: alguno de los productos no podía utilizarlos.
Creo que de Box Privée solo recibí dos cajas, y vi que ya era suficiente. Fue entonces cuando decidí que ya era suficiente. Que no estaba descontenta del todo con las cajas de belleza, pero que tampoco me estaban entusiasmando. Que se acababan las suscripciones y el regalar dinero.
El mejor partido que le he podido sacar a las cajas en sí (hablo de la caja, no del contenido) ha sido poder organizar con ellas los potingues en mi cuarto de baño, y así se me ven todos los botes recogidos y ordenados. Hay que ser ingeniosa.
No me gustan las cajas de belleza porque…
No tienen en cuenta otros perfiles que no sean de mujeres blancas.
En este punto quiero recuperar parte de la reflexión que hice a raíz del comentario que hacía Isis en mi post sobre tiendas para chicas afro: no es que necesite tanto productos “específicos para pelo afro” como productos cuyos ingredientes le vayan bien a mi cabello. Pero si hablamos de productos de maquillaje, ahí sí que, evidentemente, necesito que sean productos específicos para mi tono de piel. Dicho esto, sigamos.