Tal vez creías que la sección Historia de las Lectoras había llegado a su fin… ¡pero no! Sigue viva gracias a mujeres maravillosas que tienen a bien enviarme su historia para que la pueda publicar, y la pueda compartir contigo, para que te sirvan de motor, de inspiración.
Hoy quiero que conozcas a Jaidys, que me contactó a través de mi cuenta de Instagram y me dijo que quería que publicase su historia. Así que aquí la tienes.
La historia de Jaidys
Nací en la costa Atlántica de Colombia, soy la mezcla de una mujer afrocolombiana con un hombre blanco. Mi madre estilista, peluquera -no sé con qué nombre se sienten más familiarizadas ustedes- simplemente se dedica a poner bellas a las mujeres, aunque esa belleza muchas veces duela, “para ser bellas, hay que ver estrellas” uno de sus famosos dichos. ¡Jajajaja!
Mis rasgos físicos, y mi cabello por supuesto, se los debo a mi madre -cosa que me encanta- aunque en su momento a mi cabello no lo valoré tanto.
Crecí en un mundo donde era muy normal que las mujeres alisaran su cabello, era algo así como la secuencia normal de la vida, llegabas a una edad, 15 o 16 y te llevaban a un salón de belleza a alisar tu cabello, en mi caso puntual, el salón de mi mama era donde iban todas y yo las miraba irse felices con su cabello lacio, brillante, sin entender por qué yo tenía que tener ese cabello, el que me tocaba dividir en secciones para poderlo desenredar cuando las demás lo usaban suelto todo el tiempo y nunca se les enredaba.
Tuve una adolescencia muy normal. Me realizaba muchos peinados en mi enorme afro, que siempre llevé largo y la mayoría de las veces amarrado. Al cumplir 15 me llegó mi momento y finalmente se cumplió mi deseo de alisarme. Antes de esa edad mi madre tan sabia dice que no se tiene consciencia del cuidado que implica un cabello tratado, entonces no recomienda alisarlo. Hay que esperar, y esa espera para mí fue eterna.
Los primeros años me encantó, hasta que empecé a cansarme del calor del secador, del proceso de alisado, y de la esclavitud en la que estaba sometida por mi propia elección. Amaba verle a los demás el afro, pero no me veía a mí misma así.
Empecé a cuestionarme, por qué alisaba mi cabello, y la primera respuesta era, por practico, luego me preguntaba, que tan practico era pasarme mi domingo en el salón, aunque no tuviera que pagarlo. Era el tiempo porque no alcanzaba a hacer más nada.
Asi duré los últimos 3 años, odiando alisarme, cansada del secador, pero sin salida, porque no quería verme un cabello afro para mí, detestando levantarme y ver mi cama llena de pelos partidos, y ver como mi cabello cada día era menos, no era ya nada abundante, además la textura me parecía tan falsa.
El pasado diciembre me fui por una temporada a Madrid, España. Estando allá, sin la peluquería de mi mamá, comparando los precios que había que pagar y sin gustarme los resultados que me daban, decidí dejar todo proceso de calor y químicos en mi cabello, luego de 3 meses regresé a Colombia, y la primera reacción de mi madre, fue: “hay que alisarte urgente, tienes ese pelo malo” (así le dicen en mi país), cosa que no me tomo a pecho, es decir no me complico por lo que los demás piensen, solo importa lo que yo pienso y decida qué importancia le dé a los comentarios.
Al pasar dos meses le dije a mi madre que cortara mi cabello, que no quería lidiar con un cabello liso y otro ondulado. Llevaba solamente 5 meses de no alisarme, y así como me tocó convencerla para que me alisara, me tocó rogarle para que lo cortara, porque si yo lo hacía, ¡de seguro sería peor! ¡Jajajajaja! Así lo logré, y el pasado 4 de mayo fue mi Gran Corte. Hasta yo misma me sorprendí. ¡De verdad lo había hecho!, y me encantaba ver mi propio cabello, tan mío, tan real y verdadero, al que quiero cuidar y decirle que lo siento por haberlo maltratado tanto.
Estos meses han sido de aprendizaje, tanto de mi cabello como mí ser, ahora no me siento más o menos bonita que antes, simplemente me siento yo, libre para elegir como quiero llevar mi pelo. Es un complemento, no algo que me defina o me encasille, porque el día que lo quiera liso, le paso el secador y la plancha y ya está.
No sé qué tipo soy, ni 3c ni 4A, o nunca me he puesto a medir que tan negra soy, si soy morena clara u oscura, no me gusta eso, soy solo yo y no tengo que justificarle eso al mundo.
En estos momentos gozo de un cabello sano, que si bien es cierto, a veces no sé qué hacerle, me encanta, le perdí el miedo al agua, a la lluvia, a la humedad, y todo eso que antes amenazaba con dañar mi peinado. Alisé mi cabello durante 12 años y ahora le doy la bienvenida a mi hermoso afro, que crece súper rápido, que amo tocarlo, que la gente me lo toca hasta sin permiso, pero que no me enoja y que simplemente es mío.
Me ha encantado la historia de Jaidys, una historia de superación, y de redescubrimiento de la propia identidad, y espero que a ti también te haya gustado.
Me sigue encantando compartir estas historias, porque las historias de mujeres reales son las historias que nos inspiran de verdad. Son las que te pueden ayudar en un momento en el que sientes que te has encallado, porque ves que hay alguien que una vez estuvo como estás tú ahora en relación a tu pelo y salió adelante. Es positivo leer testimonios reales, y espero que hayas disfrutado de la historia de Jaidys tanto como lo he hecho yo.
Y ahora, además de contarme qué te ha parecido la historia de Jaidys, me encantaría que le dedicases unas palabras por haber tenido a bien compartir su testimonio con nuestra comunidad.
Y si tú, como el resto de chicas que ya lo han hecho, quieres compartir tu historia en el blog, envíame un mail a , con el asunto “Historias de las lectoras” y yo te explicaré qué tienes que hacer para que tu historia aparezca publicada en el blog, y las fotos en el y en el tablero de Pinterest.
Feliz viernes.