Estoy encantadísima de poder ofrecerte, por segunda semana consecutiva, otra historia de las lectoras. Hoy te traigo la historia de Carlyn, que me escribió diciéndome que quería compartir su historia en el blog. En los momentos en que recibo un e-mail de una mujer que voluntariamente quiere compartir su testimonio para que la comunidad del blog lo lea, me siento inmensamente agradecida, porque Historias de las Lectoras es mi sección favorita del blog.
Las historias de las lectoras nos dan la oportunidad de conocer el camino que llevan recorrido otras mujeres que han abrazado su naturaleza antes que nosotras y que nos pueden servir de inspiración; se trata de mujeres con las que nos podemos sentir identificadas. Y creo que eso, sobre todo cuando una empieza a plantearse la transición, es realmente valioso.
Así que quiero mostrarle mi agradecimiento una vez más a Carlyn por permitirnos conocer su historia. Aquí la tienes.
La historia de Carlyn
Soy panameña de tercera generación, mis bisabuelos maternos y paternos eran de Barbados y vinieron a Panamá entre la época de la Construcción del Canal y la bonanza de las plantaciones bananeras… De pequeña mi mamá solía peinarme con mis trenzas y mis cornrows… pero mi mamá murió cuando tenía 4 años… mi papá volvió a casarse y para mi madrastra no resultaba muy divertido (ni sencillo) peinarme y hacerme trenzas… Solía ir donde una vecina amiga de mi mamá para que me peinara pero al mudarnos, la vecina quedó muy lejos.
A los 6 o 7 años (estaba por iniciar el segundo grado) decidieron hacerme Curly, si, el Jheri Curl. Iba cada 3 o 4 meses a hacerme mis químicos y ya me encargaba yo durante las semanas de lavarlo y ponerme mis productos.
Así estuve hasta los 14 o 15 años, pero por alguna razón, las estilistas que me atendían tenían la filosofía de que el cabello con curly no se lleva largo, entonces cada vez que iba a retocar mi curly me volvían a cortar el cabello! Ahora que lo pienso, no me molestaban mis rizos, lo que si me indignaba era tener el cabello corto.
Llegando la fecha de mis quince años, decidí que no quería alisarme el cabello así como lo tenían mis hermanas mayores, mi madrastra y todas las otras mujeres negras que conozco… Aún cuando tenía curly, ocasionalmente me seteaba y “estiraba” el cabello en lugar de ponerme el gel y el activador de rizos… así que ya “sabía” cuidarme el cabello alisado.
Seguí alisando mi cabello en el salón cada dos meses, y yo misma me ponían mis rollos o el blower o la plancha… Pero mi cabello seguía corto.
En abril 2012 (a mis 29 años) empecé a investigar en internet cómo hacer que mi cabello creciera y encontré el libro Ultra Black Hair Growth de Cathy Howse. Debo confesar que no lo leí todo, solo la introducción y el índice, y vi muchos videos y reseñas de la autora… y empecé a seguir sus consejos: Fui a la tienda hindú y compre un aceite de Amla que me ponía en el cuero cabelludo el día antes de lavar mi cabello; cambié mi shampoo y tratamiento y dejé de usar el blower y la plancha. Al cabo de un año vi como mi cabello había crecido y estaba más largo de lo que nunca lo había tenido…
Con mi cabello ya “largo” empecé otro proceso… Una amiga de la familia, pero que vive en Estados Unidos, tenía ya 10 años con su cabello natural y cada vez que podía le insistía a mi hermana que hiciera el cambio. Durante ese año que yo estaba cuidando mi cabello para que creciera, mi hermana había estado investigando sobre el cabello natural, cómo transicionar, los efectos del alisado químico, etc. y todo me lo comentaba y lo hallé muy interesante… y pues decidí transicionar. Mi último alisado químico fue en mayo 2013…. Al inicio seguí peinándome como siempre… ya luego tenía mucho crecimiento y empecé a hacer peinados con trenzas, y con rizos para disimular las dos texturas…
En diciembre 2013 me solté un peinado en el que había hecho trenzas en toda mi cabeza y me lavé el cabello…. Pero no me desenredé tan bien como debía… y mi cabello ya mojado, con dos texturas y rastros de las trenzas no se podía peinar…. Estuve intentando de todo y ya cansada lo corté… y lloré.
Tenía solo 7 meses sin alisarme el cabello y estaba muy corto para mi gusto… al siguiente día usé una peluca para ir a trabajar… al volver a casa exploré alternativas de peinados y me armé de valor y dejé mi pequeño afro al descubierto….
En la oficina recibí muchos comentarios haciendo alusión a mis cambios de peinados (si, en 2 años había tenido mi cabello alisado, había llevado una peluca muy larga, me había puesta una cola y había alternado con muchos peinados) el más negativo de los comentarios fue: “Qué se hizo en el pelo? Le queda bonita su camisa!“
Al principio no quería tomarme fotos, pero poco a poco fui “embracing my natural hair” -abrazando mi cabello natural- y fui descubriendo cosas que me gustaron: que ahora me podía lavar el cabello en la mañana antes de salir de casa, que estaba creciendo mucho más rápido, que no me tenía que preocupar por la lluvia, y al estar corto era bastante fácil de manejar. También empecé a explorar con accesorios, lazos y turbantes que me dan un toque diferente.
Ya hace un año que corte mi cabello alisado, y debo decir que me gusta mi cabello natural, es versátil, elegante y es mío, es el cabello que Dios me dio. La Biblia dice que cuando Dios creó la naturaleza y al ser humano vio que era bueno, y… ¿sabes qué? ¡Mi cabello también es bueno!
Ésta es la historia de Carlyn, una historia de reencuentro, de enamoramiento gradual del propio cabello y de aceptación de la propia imagen. Una historia de otra mujer valiente.
Si tú, como el resto de chicas que ya lo han hecho, quieres compartir tu historia en el blog, envíame un mail a , con el asunto “Historias de las lectoras” y yo te explicaré qué tienes que hacer para que tu historia aparezca publicada en el blog, y las fotos en el y en el tablero de Pinterest.
Como siempre, te agradeceré que compartas este artículo en tus redes socialespara que esta historia de inspiración llegue a más personas.
Feliz fin de semana.